Miguel Ángel López Moreno, Milan
Recuerdo que todos los años, un día, cuando regresaba del colegio de Paco Canto, mi casa estaba llena de humo. Olía a aceite frito, a masa frita. Eran los roscos y pestiños que mi madre hacía con Angelita, la madre de Estebita, o con Isabelita, la madre de Antoñito Porras… ese día empezaba la Navidad para servidor.