Antonio Rodríguez, Pichi
Esta «historia de amor» comienza aquí, en la droguería de Espí, en Villajovita.

Corría el año 1955 y yo vine a Ceuta con permiso de vacaciones desde mi destino en Palma de Mallorca, y quizás guiado por la diosa fortuna, mi ángel de la guarda o vete a saber quien fue el que me empujó, el caso es que aparecí en la droguería, no sé si a comprar piedra lipe, lejía, estropajo, azulejo, pintura, hilo, clavos, no lo sé, al final lo que me llevé, fueron unos dulcísimos caramelos ¡y como no!, el amor de esa muñeca de 15 años (entonces) que en la foto de la droguería aparece a la derecha, de mirada angelical, y que como un cupido cualquiera, clavó la flecha en mi corazón, dejándolo henchido de amor. ¡vaya tela!.

–¡Antonio! ¡Antonio…ooo! ¡Despierta!
Para las/los que la conozcan Chari Zamora, o más familiarmente Nena, ya hoy a sus 66 tacos, la sigo llamando Nena, y cuando quiero marcar distancias la llamo Rosario. (la de la bata blanca es Maritere, la hermana de Andrés Gómez, que ya habéis hecho referencia a ella).
Me marché a mi destino enamoradísimo, nos enviamos un día sí y otro también, verdaderas cartas de amor, donde nos declaramos nuestro cariño y donde a cada renglón aparecía el «te quiero», «te adoro», «muñequita mía», «…estoy por ti, loco de…» en fin, que os voy a contar. la de tonterías (que son verdades como puños) que puede decir un/a enamorado/a.
¿Ella?, pues igual, y con la añadidura de esta foto que me envió por carta y con la que dormía debajo de la almohada, ¡Qué felicidad, qué gozo, qué ensueño!, y hasta parecía que me susurraba en el oído «chato, te quiero».

Otra carta, y otra foto. Y sus palabras, ¡vente pronto cariño!.

Así, una tras otra, hasta obtener un mosaico de fotografías. A todas parecía que le percibía hasta el aliento.

¿Yo?. Loco de amor, y claro, también le enviaba fotografías conmis veinte añitos, y…así terminaban mis misivas «-Cariño, ya no puedo vivir sin ti-«, «-estoy deseando estar a tu lado-«, –«parece que pensando en tí, los días se hacen eternos-«, y todas frases por el estilo. Soñaba con –mi chati, mi muñequita, mi tesoro, la preciosa de mis entretelas– .


Parece que me decían:
-¡Antonio!,¡Antonio!.
–¿Qué?
–Estás delirando-.
–No deliro, soñaba con mi chata, con la que el día de mañana (si Dios quiere y el tiempo no lo impide, ¡Vaya topicazo!), será la madre de mis hijos.
El flechazo culminó, entre misiva y misiva, de este modo, un noviazgo que duró cinco años, porque el paso siguiente, como era natural, y después de unas muy buenas relaciones, era y fue la boda.
Ya definitivamente en Ceuta allá por el año 1956, y tras un encuentro inenarrable (Inenarrable, no por feo, sino por lo inexplicable de la situación, -besos, abrazos, lloros, lágrimas de felicidad-) , comienza la andadura del día a día, el empezar a conocer defectos y virtudes y comprobar que el amor, y esos «te quiero» tantas veces repetido a lo largo de tantas cartas, olía a rosas o a estiércol.
La relación marchaba plácidamente, todo eran carantoñas, halagos, que se puede decir de dos tortolitos que estrenaban su primer amor (el mío y el suyo) éramos primerizos en estos menesteres. Así un día, íbamos por la carretera de terrones, a la altura del cine Astoria, un domingo mañanero, camino del cine Avenida, en la bajada del Morro a Puertas del Campo (el cine que Milan en una de sus crónicas, no se acordaba de su nombre), como decía, íbamos camino del cine Avenida en busca de dos entradas numeradas de butaca para la tarde del domingo y las películas de entonces, «Esa voz es una mina», «Marisol rumbo a Río», «El pequeño ruiseñor», «Mogambo», «Siete novias para siete hermanos» o «Los cañones de Navarone», ¡una delicia!.

En otras ocasiones la tranquilidad playera, en Benítez, con la Villajovita de entonces al fondo y a la derecha lo que llamábamos «Monte Canca».

O también con las mejores galas de la época, en pleno puente de La Almina (después Plaza del General Galera y hoy Plaza de la Constitución, veremos mañana los responsables de turno que nombre le aplican) en la Semana Santa de 1958.

No me digáis que para un setentón (ahora le llaman de la tercera edad), no es grato rememorar todos estos recuerdos y poder plasmarlos en esta tela de araña, que yo particularmente considero un antídoto para olvidarse de la vejez, gracias a la feliz idea de la WEB de Milán y el posterior trabajo recopilatorio y de buen gusto que proporciona Aquilino. ¡Chapó, para los dos!.
Y estos dos seres del relato, con 25 y 21 años respectivamente, en Mayo de 1960 llegaron hasta la Parroquia de San Juan de Dios, en Colonia Weill-Villajovita-Ceuta y ante el reverendo D. Francisco Almandoz Arburua y con el ritual «quiere por esposa a…en las penas y las alegrías etc. etc.», nos dimos el «sí quiero» para salir marido y mujer, hasta que Dios nos separe.


A partir de este momentazo comienza otro cantar, viaje de novios, (La foto parece que tiene otra lectura, pero no, el primer vástago apareció once meses después). Fuimos a Granada, qué os cuento, ¡maravilloso!, tan es así que no conozco Granada. Volvimos sin granaíno en el estuche, pero no por falta de ganas, pero en fin (Yo tengo concedida una medalla a la constancia)…llegó el primero, llegaron los otros, (la foto corresponde a la playa Benítez, límpisima para la época, la isla al fondo) y por supuesto crecieron, y la fábrica nueva (década de los sesenta y principio de los setenta, próspera, grandes expectativas, y por supuesto prosperábamos todos, descuentos para las familias numerosas, y así llegamos a la foto necesaria para el título de Familia Numerosa, título que daba opción a obtener ciertos beneficios.




Tanto crecieron que los tuve, y los tengo gracias a Dios (perdonad pero yo soy todavía de los que creen y ponen la X en su lugar correspondiente) así, y en un pis pás, aparecieron con sus respectivos/as compis, y terminar así con la palabra divina de Creced y multiplicaos. Aquí faltan algunos miembros llegados últimamente.



Total familiar: cinco hijos, otros tantos hijos políticos, ocho nietos, dos nietos políticos y dos biznietos, veinticuatro de familia ¡otra delicia!.
Resumiendo que ya es hora: al día de hoy, con mar en calma, (bonanza que se le llama) viento flojo, imperceptible de levante, un día espléndido, primavera del 2006, en nuestro 46 aniversario de boda, nosotros, Antonio Rodríguez y Rosario Zamora, damos fe de ser cierto todo lo que antecede y si es potestad de vuestras mercedes, y diesen el aprobado a toda esta retahíla, agradeceríamos fuera o fuese incluido en la página Web correspondiente donde se ubica el epígrafe «amores». Dicho queda o así sea.
