En la pared rocosa donde se abría la Cueva de Calipso encontré el primer fósil de mi vida: una hoja de piedra. Y recordé algo que ocurrió hacía muchos años, uno de esos momentos que te marcan para el resto, que te encaminan sin tu saberlo hacia lo que serán tus inquietudes el resto de tu vida.

Servidor debía tener seis años. Corría el año 1958, y en la sala del viejo caserón de mi abuela Herminia –hija mayor de aquel Salvador Guerrero, constructor de casas en Villajovita– estaban sentados Boris Fossati, el médico que vivía en el piso de abajo y era compañero de travesuras de mi padre desde pequeños, y mi tío Chico (Salvador López Guerrero) Ambos examinaban una hoja fósil que habían sacado de una roca submarina. Boris y Chico fueron de los primeros que comenzaron las actividades subacuáticas en el CAS (club de Actividades Subacuaticas en Ceuta), buceaban con botella y habían recuperado numerosos restos arqueológicos. Observar a aquellos dos hombres tan mayores y respetables, interesados en aquella singular piedra me impresionó mucho y me sentí profundamente atraído. Máxime cuando mi tío me dijo:
–Hace dos millones de años, antes de que se abriera el Estrecho de Gibraltar, esta hoja se cayó al suelo y empezó a mojarse, gota a gota, hasta que con el tiempo se convirtió en piedra.
Esa explicación, dedicada a un niño de seis años, tuvo un efecto atronador en mi conciencia. Era como uno de los cuentos que poco más tarde narraría doña Carmen, la abuela de Juan Antonio Mancilla: “dos millones de años”, “cuando no existía el estrecho”, “una hoja convertida en piedra”… era una historia preciosa y real, por tanto, la fantasía era posible. La hoja de piedra, en la mesa de mi abuela, lo demostraba.
La fantasía de tal historia se perdió con los años. Pero el interés y la curiosidad que me despertó ese momento y esa pequeña explicación se han mantenido siempre. Luego, pasados los años, yo mismo encontré mi primer fósil, mi primera hoja de piedra, cerca de la Cueva de Calipso, en la Playa de las Barcas. Fue fantástico y aún la conservo. Era octubre de 1968, tenía dieciséis años y vivía en Villajovita, Ceuta.