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La escuela de Dª Pepita Basurco

Guillermo González Sánchez, Memín

La escuela de la señorita Pepita Basurco, como la conocemos, está en la carretera, al pie del mar, junto a la playa de guijarros y arena gruesa a la que su apellido da nombre: playa de Basurco. Desde su casa se ven las rocas que la marea baja deja al descubierto, de cuyos limos frotados con piedra lipe salen las lombrices que utilizamos para pescar. Más allá aparece la isla, que más tarde será soterrada por los rellenos del puerto, y tras ella, las inquietantes aguas corrientes del Estrecho, donde los días claros de poniente se vislumbra la inasequible costa andaluza y el Peñón de Gibraltar.

Dentro de las blancas paredes de cal reina un orden natural. Como si de una orquesta se tratara, los bancos y pupitres se disponen en torno a la mesa de la maestra. En la clase hay niños y niñas de diversas edades y grados de enseñanza, que se sientan en el lugar que la señorita les asignó: Agustín, Afri del Valle, Mari Carmen López, Guillermo, Eloísa…; de sus carpetas sacan cuadernos, plumieres y la enciclopedia. Huele a engrudo, a goma de borrar, a la madera de las bancas y de los lápices afilados cuidadosamente. Los niños miran con respeto a la señorita Pepita, que se muestra ya tolerante, ya comprensiva o enérgica. Se le nota que quiere a sus niños. La señorita es, sobre todo, alegre y comunicativa, muy comunicativa. Sobresale de ella su voz teatral, clara, rica en tonos y matices. La voz es su batuta con la que dirige la diversidad de necesidades educativas de sus alumnos e impone la necesaria disciplina. Desde su estrado marca el ritmo y el compás y, sucesivamente, a lo largo de la mañana, explica lecciones y las toma, pone deberes y los corrige, lee dictados y manda callar.

El patio de la escuela está adornado de macetas. Una parra tamiza la luz y filtra los rayos de sol creando un ambiente de frescor. Algunas mañanas el señor Paco, hermano de Dª Pepita, saca su mecedora, se sienta y hace los crucigramas de El Faro de Ceuta. La algarabía de los niños que salen al recreo turba su paz. Agustín y su amigo Guillermo, a menudo, corren a sentarse en sus rodillas y consiguen que les haga cosquillas mientras mueve la mecedora, antes de retirarse al interior de la casa junto a su esposa, la señora Pili Zurita. En el patio unos niños juegan a la comba, otros al piso o a la rueda entonando canciones infantiles. Tras el patio un enorme peral domina la pequeña huerta.

Termina el recreo y los niños más pequeños se enfrentan de nuevo a sus primeros cuadernos de escritura y lectura; los más avanzados a las lecciones de aritmética, geometría, lengua, geografía e historia y demás materias de la enciclopedia. En el aire resuenan los ecos de las tablas de multiplicar recitadas en voz alta: «tres por una tres, tres por dos seis, tres por tres nueve«; o de las lecciones de geografía: «España limita al Norte con el Mar Cantábrico y los Montes Pirineos que la separan de Francia…«, o de historia: «Viriato era un pastor lusitano que luchó contra los romanos…«; y el dictado: «Platero es pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera, que se diría todo de algodón …«

Los dictados, las interminables cuentas de sumar, restar, multiplicar y dividir, los problemas de aritmética, el sistema métrico decimal, la ortografía, etc. ocupan la mayor parte del tiempo de los discípulos. Por las tardes, las niñas se inician en las «labores» de bordado a mano, ganchillo, punto y en la confección de canastillas. En la escuela, además de las materias propiamente académicas, se enseñan otras cosas no menos importantes en la educación como las reglas de urbanidad de comportamiento y las buenas maneras, en un proceso de socialización continuo.


«Hace cuarenta y seis años que abandoné la escuela pero mantengo estos pequeños recuerdos en tiempo presente, porque la escuela de la señorita Pepita está presente en mi recuerdo hoy como siempre».

Guillermo Sánchez

Guillermo asistió, como otros niños y niñas de Villajovita a la escuela de Dª Pepita. En ella estuvo desde los 4 a los 8 años. A los 9, fue a prepararse para el ingreso de Bachiller a la escuela de Paco el Cartero.

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