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El extraño humor de Pedro y el Molécula

En el Escalón de Mané nos enteramos que había comenzado un concilio en Roma y que asesinaron al presidente Kennedy. También escuchamos que existía un lejano país llamado Vietnam, y que sus gentes del norte no se dejaban civilizar por los americanos… ¡y mira que lo intentaban esos esforzados exterminadores de comunistas y ateos, incluso con NAPALM! Día a día el transistor desgranaba los progresos de las tropas americanas en ese pequeño país, y las toneladas de bombas que lanzaban sobre Danang o sobre el delta del Mekong. También nos explicaba el transistor el número de aviones derribados por las fuerzas del Vietnam del Norte, que estaban apoyadas y sostenidas por la China Roja de Mao Tse Tung, país que andaba muy revuelto con una cosa que llamaban Revolución Cultural que debía ser de lo peor.

Recuerdo que Pedro Rey Alarcón y Carlos Sanz de Galdeano eran tíos muy intelectuales y en la parroquia tutelaban a los pequeños para que prepararan e impartieran conferencias sobre los temas más diversos. Pedro era hermano de Chechita, fue un tío curioso y tuvo una vena artística muy interesante, ya hemos dicho que dibujaba, pintaba y tallaba caras minúsculas en trocitos de tiza. Por otro lado, a Carlos ya sabemos que le decíamos el molécula porque era un chico muy serio, con gafitas y fama de empollón. La amistad entre ellos venía de atrás, porque sus familias habían coincidido en Nador (Villa Sanjurjo), donde vivieron antes de recalar en Villajovita. El padre de Pedro era el director de la prisión y el de Carlos, el practicante.

Los dos, Pedro y Carlos Molécula, mostraban un sentido del humor que dejaba entrever que eran tíos muy listos. Se trataba de actuar en uno de los festivales de parodias que hacíamos en la Parroquia, bajo la tutela del padre Béjar, y ellos se pasaban el día pensando y redactando noticias con doble sentido y, a veces, bastante complejas. Recuerdo que utilizaron la guerra de Vietnam para parodiar la noticia en un telediario ficticio, y le leyeron a Memin la siguiente, para ver si pescaba la gracia:

En el día de ayer las defensas aéreas del ejército popular del Vietnam del Norte derribaron tres superbombarderos B–52.

Con estos derribos, el ejército de Estados Unidos acumula una pérdida de trescientas toneladas de papel.

Pero Memín (Guillermo Sánchez González) no entendía el humor de estos dos empollones. No le encontraba la gracia por ninguna parte, y aún después de las explicaderas (…claro, hombre, que los aviones eran de papel…), siguió sin reírse. Desde luego, los vericuetos mentales de Pedro y Carlos Molécula no estaban en sintonía con los de Memín.

Servidor recuerda que, con nueve o diez años, la guerra, cualquier guerra, era algo lejano, que solía pasar en los libros de historia. Se acercaba a una ficción que ocurría en el cine o se leía en los tebeos de Hazañas Bélicas. Entonces las guerras no se veían en directo, a lo sumo eran un pequeño reportaje que pasaban en el NoDo, antes de las películas, es decir, en el entorno de una ficción. De todos modos, nos enseñaron que algunas guerras no eran del todo malas porque, bien dirigidas y en buenas manos, se convertían en Santas Cruzadas que permitían a hombres valiosos conquistar la paz y desarrollar una labor fantástica en un país. Era el caso de don Francisco Franco, Caudillo de todos los españoles… quisieran o no.

…y tebeos de humoCap. IXLa sombra del ahorcado
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