Diseña un sitio como este con WordPress.com
Comenzar

Akela

Para hacer habitable y amable el centro, se compraron unos sillones con respaldo de cuero. El grupo de chicas más implicadas –Mari Carmen López Peña, Eloisa G. Tusset, Meli Lorente, Mariquita, etcétera– en las tareas del Centro se preocupaba de adecentarlo antes de cada actividad, ya fueran reuniones de Acción Católica, o catequesis, o los bailes domingueros. Recuerda Pepito Lorente que una tarde, después de barrer, fregar y limpiar todo el salón, y de colocar los sillones en su lugar, Meli y Maricarmen López Peña, se sentaron en ellos y mientras contemplaban su obra dijeron:

Qué bonito ha quedado esto. Se está mejor que en casa.

¡Curioso! Estas palabras, a pesar de los 35 años transcurridos, también las recuerda literalmente Mari Carmen. Era verdad. Muchos teníamos esa percepción: estábamos en casa. Y también allí, junto a los sillones, se instaló incluso una pequeña biblioteca; recuerdo a Memín, el día que la inauguramos, explicándome que él dominaba una técnica para concentrarse en la lectura de un libro a pesar de la caterva de gritaba alrededor, y allí que se sentó muy concentrado en su libro para demostrar su teoría.

En el centro, bajo la cobertura de la parroquia se formó un grupo de boy scouts. Lo organizaron: Luis Hernández de Loma (Luis de Góngora), Guillermo (Memín), Alfonsito (el huevo) y Mª Ángeles Gómez Picaso (Mariquita), que se encargó de las niñas, las dainas. Hicieron una labor impagable y encauzaron el amor a la naturaleza que se nos había ido generando con las excursiones que hicimos, bajo el amparo de la parroquia, hacia la Playa de las Barcas, la Ballenera y la Mujer Muerta. Se reunían y hacían sus charlas en el salón parroquial (el Centro).

La joven perfecta.

En el entorno del grupo exploradores surge este trozo de diario…

Diario de Mª Ángeles.
Villajovita, Ceuta
19 marzo 1969

Hoy es San José. El día se presenta espléndido, caluroso, con un sol extraordinario. Me he levantado muy temprano para hacer pronto las cosas de casa, y que mi madre no me riña a la hora de marcharme [sus hermanos Antonio y Mané, por uno u otro motivo, estaban exentos de las labores domésticas, por supuesto] Cerca de las 11 de la mañana me dirijo al campo de las margaritas a reunirme con los lobatos como habíamos quedado ayer. Una vez allí, pasé revista y enseguida nos hemos encaminado hacia el campo de pruebas de la Legión para hacer ejercicios. Andábamos a un paso casi-casi de legionario. He llegado rendida y los niños como si nada. Les ha faltado tiempo para correr y saltar obstáculos, he sentido un poco de miedo por temor a que se pudieran hacer daño. Enseguida han entablado conversación con unos cuantos soldados que por allí estaban y les han animados a jugar todos juntos. Compitieron en una carrera y hasta han llegado a tirar con la escopeta que un legionario les ha dejado. Yo he estado un poco alerta porque no me fiaba de los soldados y menos de los niños [hiciste muy bien, cariño]

Don Antonio Torrejón (curita joven) en la promesa de un nuevo miembro del grupo Scout. Luis, disfrazadode Baden Powell, y Guillermo, asisten al acto en al patio del Salón Parroquial. La foto es de Luis H. de Loma

Desde lo alto del campo se veía Ceuta preciosa, el cielo despejado de un color celeste intenso, los campos verdes y el mar azul, azul. Nando ha improvisado un verso que dice le ha salido del alma al contemplar tan bonito paisaje. Iniciamos la marcha de regreso cansadísimos todos, ni ganas de cantar teníamos, nos acompañó un soldado hasta cerca de la carretera, los chicos le pusieron de mote ‘soldadito de plomo’ y con mucha razón porque era tan pesado como ese metal [pero no te creas que el soldadito tenía mucho interés precisamente en los niños, cariño] Terminamos la excursión en la playa y yo he acabado rebozada en arena. De regreso a casa me he bañado y me he sentado al sol a secarme la cabeza.

A las cinco he ido a casa de Meli y las dos juntas nos hemos reunido con Mª Carmen (López Peña) para arreglar las cosas en el Centro [el salón parroquial] que hoy celebramos el santo del cura [José Béjar] Las niñas ensayaban el teatro y hemos arreglado las cortinas. Después he acompañado a Rocío a traer la comida de la fiesta. Cuando he vuelto a casa me he dado cuenta que tenía la cara roja como la grana, del sol que me ha dado hoy. Maribel me ha prestado unas medias y yo le he dejado otras, me he puesto el conjunto de falda y chaleco negro que me sienta tan bien. Pepe Lorente, el hermano de Maribel, me ha pintado los ojos y arreglado un poco la cara, en conjunto he quedado bastante bien, al menos es lo que me ha dicho todo el mundo en la fiesta. Mis lobatos no paraban de repetir que su Akela estaba muy guapa. Como no he actuado en la obra me quedé junto a Quique que se ha encargado de correr las cortinas del escenario y así he podido ver todo en primera fila. Después ha venido lo bueno, el fin de fiesta, hemos comido ensaladilla y me he bebido dos cervezas, después hemos estado jugando, cantando y bailando en el patio, lo hemos pasado muy bien… aunque he llegado a casa con los pies hechos polvo y muy cansada. No puedo escribir más.

Grupo Scout del Centro Parroquial de Villajovita. Entre otros, Alfonso el huevo trata de estrangular a Guillermo Memín, y José Carlos Varea Rivilla se apoya en los hombros de Miguelito Tocatocalamortocha. La foto es cortesía de Luis H. De Loma.

Una dócil hija que ayuda en casa antes de cualquier otra actividad y que no se cuestiona, por supuesto, que sus hermanos no ayuden en casa; niños felices bajo la tutela y guarda de una chica de diecisiete años; sanas actividades al aire libre; trabajos desinteresados en la parroquia; colaboración en obras de teatro que los propios chicos preparan durante semanas; labor de grupo… Tiene todos los ingredientes de un mundo razonablemente feliz, y lo fue a pesar de todo; incluso a pesar del machismo implícito en todas las facetas de la vida. Fuimos bastante felices a pesar de la falta de libertades porque apenas teníamos un discurso prohibido para explicar. Es lo que tiene los pocos años de la niñez y la primera juventud, que aún no sabíamos percibir los contrastes y, por tanto, tampoco las ausencias. Nos faltaban libros, amigos de otros lugares, conversaciones de madrugada, teatro, experiencias personales, cine y toparnos con la vida. Nos sobraba ingenuidad, algunos dirían que teníamos el don de la ignorancia, y la felicidad del que no conoce. Sea como fuese, ese día fue un feliz día para la Akela Mª Ángeles.

Prohibido conocerCap. VIIIAquí se viene a bailar…
A %d blogueros les gusta esto: